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Esta nota tiene más de un año

No, bajar de peso no depende sólo de la voluntad y otros mitos sobre la obesidad

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • La epidemia de obesidad no está relacionada únicamente con comportamientos y voluntades individuales sino que influyen factores genéticos, sociales y ambientales.
  • Es fundamental que se establezcan políticas públicas -y basadas en evidencia- que garanticen que todas las personas puedan tener acceso a una alimentación saludable y a espacios que permitan realizar ejercicio físico de manera regular.
  • En la Argentina, 6 de cada 10 personas mayores de 18 años tienen exceso de peso.
 

Última actualización: 04/05/22

“Gordo, cerrá la boca”. “Gorda, largá los postres”. Estas frases extremadamente crueles y agresivas se pueden escuchar todos los días, en la calle, en el patio del recreo, en la televisión. A veces más directas, a veces más solapadas, pero siempre presentes. Estas sentencias no solamente estigmatizan a las personas, las aíslan y destruyen sus autoestimas sino que, además, asumen (y postulan a los cuatro vientos) que el sobrepeso y la obesidad están simplemente relacionados con una cuestión de voluntad individual. Es decir, parecería ser que las personas que están en esta situación se lo merecen porque simplemente “comen de más” y no le ponen suficiente empeño a revertirlo.

Sin embargo, la evidencia muestra que la epidemia de obesidad en el mundo no está relacionada únicamente con comportamientos y voluntades individuales sino que influyen factores genéticos, ambientales y también -y cada vez más- el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, educación, medio ambiente, y elaboración, distribución y comercialización de los alimentos.

¿Qué es la obesidad?

El sobrepeso y la obesidad se definen como una “acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En adultos, se suele utilizar un indicador simple que se calcula como una relación entre el peso y la altura y se denomina Índice de Masa Corporal (IMC).

En general, puede establecerse que la razón fundamental del exceso de peso es un desequilibrio entre las calorías consumidas y el gasto energético, pero las causas de la obesidad son complejas y específicas para cada persona y dependen de la interacción entre factores genéticos, ambientales y sociales.

A nivel mundial, según la OMS, ha ocurrido lo siguiente:

  • un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa; y
  • un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.

“A menudo los cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y de la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud; la agricultura; el transporte; la planificación urbana; el medio ambiente; el procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y la educación“, afirma el organismo internacional.

¿Cómo estamos hoy (¡eh!)?

La Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, publicada en 2019 por la -en ese entonces- Secretaría de Salud de la Nación y realizada en conjunto con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) , mostró que en la Argentina la prevalencia del sobrepeso es del 36,2% y la prevalencia de la obesidad es del 25,4%. Esto quiere decir que 6 de cada 10 personas mayores de 18 años tienen exceso de peso (sobrepeso + obesidad). Pueden ver los resultados principales de la encuesta acá

En la actualidad, el sobrepeso y la obesidad se encuentran entre los principales factores de riesgo de muerte y de carga de enfermedad a nivel mundial. Se estima que, por año, mueren al menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del exceso de peso. Además, pueden atribuírsele gran parte de la carga de enfermedades no transmisibles, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer (ver acá, acá y acá).

Factores genéticos y ambientales

Los factores hereditarios desempeñan un papel muy relevante en la obesidad de los seres humanos. De hecho, la “cantidad” de adiposidad se encuentra entre los rasgos humanos más hereditarios. Diversos estudios sobre familias, personas adoptadas (ver acá y acá), gemelos (ver acá) y parejas de gemelos adoptadas por separado (ver acá y acá) han evidenciado que es probable que los factores hereditarios sean responsables de entre un 45 y un 75% de la variación entre individuos en el IMC, y que este efecto se mantiene desde la primera infancia hasta la edad adulta.

Por otra parte, en modelos animales se ha visto que la obesidad podría inducir cambios irreversibles en los circuitos neuronales relacionados con el gasto energético. Esto implicaría que, si el individuo es obeso durante un determinado lapso de tiempo, lo más probable es que no pueda dejar de serlo (ver acá).

La evidencia muestra, también, que los efectos ambientales sobre el IMC son importantes en la infancia y tienden a desaparecer en la adolescencia, posiblemente porque empieza a existir una mayor independencia de las personas en cuanto a su alimentación y al ejercicio físico que realizan (o no) (ver acá).

¿Culpa o responsabilidad?

Tanto el sobrepeso como la obesidad son mayormente prevenibles. Sin embargo, poder lograrlo no depende solamente de las voluntades individuales. Es necesario contar con un entorno favorable que propicie elecciones saludables.

Por un lado, desde el punto de vista personal, podemos optar por realizar más ejercicio físico, intentar aumentar nuestro consumo de frutas, verduras y cereales integrales, y limitar el de los alimentos procesados con alta cantidad de grasas, azúcar y sal agregados.

Sin embargo, para que esto sea posible, es fundamental que se establezcan políticas públicas -y basadas en evidencia- que garanticen que todas las personas puedan tener acceso a una educación alimentaria, a una alimentación más saludable en términos de disponibilidad y de precios y a espacios que permitan realizar ejercicio físico de manera regular. Además, también es importante, por ejemplo, que se limiten ciertas publicidades. 

En este sentido, la Ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como Ley de Etiquetado Frontal, aprobada en Argentina en octubre de 2021, garantiza el derecho de los y las consumidoras a la información clara y no engañosa sobre contenido de los alimentos y les permite tomar decisiones informadas sobre los productos que consumen y, en particular, sobre los denominados nutrientes críticos, aquellos que al incorporarse en exceso constituyen un factor de riesgo para muchas enfermedades (como azúcares, grasas totales, grasas saturadas y sodio).

También prohíbe la publicidad dirigida a niños, niñas y adolescentes de aquellos productos con sellos de advertencia. Este tipo de políticas es particularmente relevante en el caso de las niñas, niños y adolescentes porque, a diferencia de la mayoría de las personas adultas, no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen y pueden no comprender en su totalidad las consecuencias a largo plazo de su comportamiento (ver acá).

Por otra parte, en 2016 se publicaron las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) con el objetivo de capacitar en educación alimentaria a diferentes públicos y también como herramienta para el diseño e implementación de políticas alimentarias.  En 2018 se elaboró y publicó el Manual de aplicación de las GAPA, un instrumento pedagógico para facilitar la educación nutricional.

En conclusión, en lugar de echar culpas (ajenas y propias) y estigmatizar a las personas con sobrepeso u obesidad, pensemos en las responsabilidades que tienen cada uno de los actores involucrados en esta epidemia. No es solamente aquello que podemos hacer como individuos en cuanto a nuestras elecciones y nuestro estilo de vida (con toda la carga genética que nos haya tocado en suerte) sino, también, qué políticas públicas deben implementarse para que el entorno sea favorable.

Esta nota formó parte del proyecto “Chequeado Nutrición” y contó con la revisión de la doctora Mónica Katz, médica especialista en nutrición.

Actualización 04/05/2022: se actualizó la nota con la última información disponible

Fecha de publicación original: 27/11/2018

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Comentarios

  • domingo4 de marzo de 2021 a las 10:29 amla comida y la falta de ejercicio
  • Lucila22 de marzo de 2022 a las 5:13 pmDeberían consultar a los y las profesionales de la nutrición que están trabajando con salud en todas las tallas despatologizando los cuerpos grandes, analizando la gordofobia en la medicina, la cultura de las dietas y el mercado farmacéutico y lo obsoleto de los índices como el IMC. El caso de la historia de ese índice es bien interesante. Chequeado, pueden hacerlo mejor.
  • Daniela27 de marzo de 2022 a las 10:38 pmEs interesante la nota pero esta faltando uno de los principales factores a tener en cuenta que el emocional. Director de muchos otros aspectos de dicha enfermedad
  • Mary11 de agosto de 2022 a las 10:04 amHola. Siempre he tenido normo peso. A partir de mi bebé, he tenido sobrepeso de 20 kilos.(hacía dieta y corría 50 kms por semana y no bajaba) No sé sentía bien (me dolía la cabeza, la cintura, cero ganas de nada, mal humor) los médicos me decían QUE QUERÉS? TENÉS 40 AÑOS ! Comencé a leer por mi cuenta y resulta que tenía INTOLERANCIA A LOS HIDRATOS DE CARBONO DE CADENA CORTA. Hice dieta baja en fodmaps y mi salud mejoró. Ahora con 47 hago pesas y boxeo. No hay que normalizar el sobrepeso, quizá algo de nuestra salud, nos está diciendo. Saludos

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